miércoles, 17 de octubre de 2012

Intelectuales latinoamericanos soprendidos por la pasividad europea ante los estragos de la crisis

(...) Buena parte de los intelectuales latinoamericanos se sienten extremadamente sorprendidos al ver la “resignación” con que Europa acepta que el mayor peso de la crisis económica recaiga sobre las espaldas de los más débiles.

A continuación, algunos párrafos del artículo Sudamérica ve una Europa paralizada por el miedo, firmado por Francisco Peregil en El País de hoy, 17.10.2012

"Europa continúa siendo para muchos latinoamericanos un espejo donde mirarse. Pero el espejo, cada vez se ve más lejano y empañado. “Una crisis financiera (o muchas juntas, con sus respectivos correlatos sociales) no pueden echar abajo siglos de crecimiento cultural”, señala el peruano Dante Trujillo, director-fundador de la revista literaria Buen Salvaje. Pero esa decadencia, unida al “desarrollo económico y el crecimiento cultural de Sudamérica” permite a Trujillo replantearse “quién es hoy el buen salvaje.

El escritor uruguayo Mauricio Rosencof observa una Europa fluctuante, “que quiere y no puede”, una Europa donde se ven contenedores de basura cerrados con candados para que los españoles no retiren alimentos que pueden estar en mal estado. “Eso, teóricamente, debería dejarse para América”, señala.
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Algunos intelectuales lamentan que el espejo no solo haya quedado lejos y empañado, sino roto. El abogado chileno Carlos Peña, rector de la universidad santiagueña Diego Portales y analista político en el diarioEl Mercurio, recuerda que durante muchos años, “durante la primera mitad del siglo XX, nada menos”, el modelo a seguir para la élite política e intelectual chilena fue el europeo, visto como “un estado de derechos universales crecientes”. Pero… “El quiebre de la democracia –el golpe de 1973-- fue el fracaso final de ese esfuerzo. La dictadura sustituyó entonces el sueño europeo por el sueño americano. En los años ochenta, los Chicago Boys lograron hegemonizar a las élites y entonces el modelo americano se transformó en el más apetecible y el mejor: un estado contributivo, donde cada uno recibe en proporción a su esfuerzo. El resultado fue la privatización de la vida: la educación, la salud y la vivienda se transformaron en logros individuales que cada uno debía obtener sobre todo gracias a su esfuerzo”. Chile vivió así el paso de un modelo en que los derechos eran susceptibles de ser exigidos a la comunidad a otro donde imperaban los “logros que cada uno debía alcanzar”. Con lo cual, “a fines de la segunda mitad del siglo XX Chile transitó del sueño europeo al americano. Pero luego surgió el malestar. Desde el año 2008 en adelante, la ciudadanía (la misma que gozó de los frutos de la modernización a la americana) empezó a quejarse por la excesiva privatización de la vida. Las élites entonces empezaron a mirar a Europa”.

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