miércoles, 20 de diciembre de 2017


Donald Trump obtuvo la presidencia estadounidense con el apoyo de votantes blancos de clase trabajadora, socialmente conservadores, y una plataforma populista de nacionalismo económico. Rechazó la tradicional agenda promercado y pro libre comercio del Partido Republicano, y (como Bernie Sanders desde la izquierda) convocó a los estadounidenses perjudicados por tecnologías disruptivas y políticas «globalistas» que promueven el libre comercio y las migraciones.

Pero pese a su campaña populista, en el gobierno Trump se ha conducido como un plutócrata, de lo que el ejemplo más reciente es el apoyo a la desprestigiada teoría ofertista de los impuestos (a la que todavía se aferra la mayoría de los republicanos). Y aunque también prometió «limpiar la ciénaga» de Washington y de Wall Street, ha llenado el gobierno de multimillonarios (no apenas millonarios) y exempleados de Goldman Sachs y está dejando que la ciénaga del lobby empresarial llegue a alturas nunca antes vistas.

El plan de Trump y los republicanos de derogar la Ley de Atención Médica Accesible de 2010 (Obamacare) hubiera dejado sin cobertura médica a 24 millones de estadounidenses (en su mayoría pobres o de clase media, muchos de los cuales votaron por él). Sus políticas de desregulación van manifiestamente en contra de los trabajadores y los sindicatos. Y el plan republicano de reforma impositiva, que Trump avaló, favorecerá desproporcionadamente a las corporaciones multinacionales y al 1% de hogares más ricos (muchos de los cuales saldrán especialmente beneficiados por la derogación del impuesto sucesorio).

Trump también abandonó a sus votantes en lo concerniente al comercio internacional, donde su retórica no ha ido acompañada de acciones concretas. Es verdad que... 

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